Seguro que has estado en un montón de reuniones, eventos o conferencias donde el speaker te está matando del aburrimiento. Y qué pena si comienzas a cabecear o a sentir que se te cierran los ojos.
Saber cómo entregar un mensaje es tan importante como el mensaje en sí mismo. De hecho, un mensaje puede perder relevancia o impacto porque fue mal entregado y en ese caso todos pierden: el dueño del mensaje, el comunicador y el oyente.
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